Es habitual tener dudas a la hora de dejar con otra persona a tu amidog, ya sea por necesidad o por algún viaje que no podáis hacer juntos, sobre todo cuando es la primera vez. Te entiendo perfectamente, yo he estado en tu lugar: a Taro le queda un mes para cumplir 7 años cuando estoy escribiendo estas líneas. Le adopté siendo cachorro, y en alguna ocasión no he podido llevarle conmigo. Por ejemplo en viajes en avión, por su tamaño no puede ir en cabina, y nunca dejaré que vaya en bodega. Pero eso es otro tema, del que ya hablaré en otro momento largo y tendido.
¿Cualquier residencia canina es idónea para cualquier perro? Mi opinión, y perdona que sea tan tajante, es un rotundo NO. Cada perro es diferente, y dependiendo de su estado emocional, y de su salud, se debe elegir un tipo de cuidado u otro.
Si me conoces, sabes que en La Casita de Taro ofrezco un cuidado familiar, para que estén como si fuera su propia casa. Parece el sitio ideal para cualquier perro, pero no es así. Desde 2017, cuando empecé a hacer guardería de forma profesional, en alguna ocasión no he podido quedarme con un perro. ¿Rechazar trabajo? Está claro que es mi modo de ganarme la vida, pero no a costa del bienestar de un amidog. Si de mí depende, quiero que los perros que se queden conmigo reciban la mejor atención, y estén cómodos, se sientan bien aquí. Al fin y al cabo, son sus vacaciones. Han sido ocasiones contadas, pero pensando en el bienestar del perro, he preferido que no se quedaran aquí. Un ejemplo fue un perro, adoptado por su familia siendo adulto. Apenas se conocía nada de su pasado, y tenía dificultades para relacionarse con personas y perros desconocidos. Durante su estancia, tendría que enfrentarse a ésta situación, tan complicada para él, con amidogs nuevos llegando de forma frecuente, lo que podía suponer un elevado estrés y repercutir en su bienestar físico y emocional. Lo que hice fue recomendar a la familia que lo dejaran con un cuidador profesional, con experiencia en casos similares, pero sin otros perros, para facilitar la adaptación, y que no sufriera cambios frecuentes de compañeros.
¿Qué considero imprescindible a la hora de elegir un cuidador? Hazte las siguientes preguntas:
1-¿La persona responsable tiene conocimientos profesionales? No vale eso de “me encantan los animales” o “desde pequeño he convivido con perros”. ¿Acaso le dejarías a reparar tu coche al vecino del quinto, sólo porque le apasiona la Formula 1? Pues con tu amidog tampoco lo hagas. Si es tu caso, ¿Tiene experiencia con perros mayores o con necesidades especiales?
2-¿Puedes tener referencias objetivas de otras familias que hayan dejado a su perro antes? Si conoces y confías en quien te cuenta su experiencia, y ha sido buena, ya tienes algo en lo que basarte. Si no las tienes, “bucea” en su web o redes sociales, la información que faciliten (o la falta de ella) te puede dar muchas pistas.
3-¿Hay un teléfono de contacto? Deja los WhatsApp y los emails a un lado, llama, nada mejor que una conversación para una primera impresión. Y esto nos lleva al siguiente punto.
4-¿Cómo va a pasar su estancia? ¿Estará siempre acompañado? Si en algún momento le dejan sin supervisión… ¿Por cuánto tiempo? ¿Emplearán jaulas?
5-¿Tienes la oportunidad de visitar donde se va a quedar antes de decidirte? Me parece fundamental, por transparencia, por tranquilidad para ti, y para que tu amidog ya haga una primera toma de contacto, aunque sea una visita de unos minutos. El lugar donde es probable que se vaya a quedar en el futuro ya no será completamente desconocido para él. Puedes ver si se encuentra cómodo, o si hay algo que te hace descartar esa opción. ¿Están adaptadas para los perros, o hay escaleras o cualquier otro tipo de obstáculos? En el caso de tener piscina, ¿Está debidamente aislada, para evitar que algún perro acceda sin supervisión, con el riesgo que conlleva? ¿Una vez en el agua, tienen medios que facilitan la entrada y salida con seguridad?
6-¿Tiene un aforo máximo acorde a las instalaciones? Los perros necesitan socializar, es muy beneficioso compartir espacios. Pero también necesitan zonas donde descansar tranquilos y sin apreturas, si así lo desean.
7-¿Sabes qué actividades hará en sus vacaciones? Paseos, juegos en grupo, algún ejercicio de forma individual, tiempos de descanso…
8-¿Tienen conocimientos de primeros auxilios caninos? ¿Y un protocolo establecido para actuar en caso de emergencia veterinaria?
9-¿Tienen, al menos, seguro de responsabilidad civil para ejercer la actividad? Lo ideal es tener también una cobertura veterinaria, pero una póliza de RC cubre unos mínimos imprescindibles.
10-¿Durante la estancia te va a informar de cómo va todo? ¿Mandan fotos y vídeos? ¿Tienes forma de contactar para saber cómo va la estancia de tu perro? He estado “al otro lado”, y sé que tranquiliza estar al tanto de cómo van las vacas perrunas.
11-¿Se respetará (en la medida de lo posible) las rutinas que tenéis establecidas? Horarios de comida, paseos…
12-¿Te piden información sobre tu amidog? Cómo es, costumbres, si tiene alguna faceta que deban saber en su relación con otros perros… ¿Tienen algún requisito para aceptarle? Ten en cuenta que si te lo piden a ti, lo harán con todos, esto aumentará el bienestar mientras esté allí.
Si haciéndote estas preguntas consigues una clara mayoría de “síes”, creo que has encontrado un buen lugar para que tu perro disfrute. Si por el contrario, hay más “noes”, te recomiendo que sigas buscando, seguro que encuentras una alternativa mejor.
Nadie mejor que tú conoce a tu amidog. En función de su edad, estado de salud y si tiene (o no) alguna necesidad especial, sabrás elegir el lugar de vacaciones más adecuado para él en esos momentos en los que no puedes tenerle contigo. Como ya he dicho, hay muchos tipos de residencias caninas, seguro que sabes cuál se adapta mejor a sus necesidades.
Mario Sauca
Educador canino.
13 de agosto de 2021
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